A meme draws a false equivalence between the Tuskegee Study and COVID-19 vaccines.

Un meme establece una falsa equivalencia entre el Estudio Tuskegee y las vacunas COVID-19.

Mitos: El Estudio Tuskegee es la prueba de que el impulso del gobierno para vacunar a la gente de color es parte de una conspiración contra ellos.

Datos: Falso. Aunque el Estudio Tuskegee y otros estudios similares son ejemplos horribles de racismo y discriminación médica en este país, el esfuerzo por vacunar a todos los estadounidenses, incluidos los afros, no forma parte de una conspiración del gobierno contra la gente de color.

Desde que se desarrollaron y distribuyeron por primera vez las vacunas contra la COVID-19, los activistas antivacunas han intentado aprovechar la desconfianza institucional que algunos estadounidenses afro tienen por el sistema médico invocando el legado del Estudio Tuskegee. Su objetivo parece ser vincular lo que sucedió hace décadas en circunstancias muy diferentes con el empeño por conseguir que todos los estadounidenses, incluidos los de color, se vacunen para protegerse contra el COVID-19.

La falsa teoría de que el esfuerzo por vacunar a todos los estadounidenses, incluidos los estadounidenses afros, forma parte de una campaña o conspiración del gobierno contra las personas de color para vacunarlas es refutada por los hechos. Al contrario de ser una vacuna forzada en la comunidad afro, al principio  de la pandemia se vio a estadounidenses blancos ir  a  las comunidades de color para obtener la vacuna cuando no era fácil conseguirla donde ellos vivían.  Además, el 21 de enero de 2021, el presidente Biden lanzó una estrategia integral para que la vacuna esté disponible para todos los estadounidenses, con el objetivo de que todos los adultos de Estados Unidos puedan recibirla antes del 1 de mayo de 2021. En vez de intentar dirigirse únicamente a los estadounidenses afrodescendiente, los gobiernos federal y estatal hicieron un esfuerzo concertado para garantizar la disponibilidad de la vacuna para todos los estadounidenses. En todo caso, el lanzamiento de la vacuna COVID-19 ha tenido problemas de equidad y acceso, como se ha discutido en un artículo anterior de AmNews, lo que significa que lejos de las vacunas que se impongan en las comunidades de color, muchos en nuestras comunidades han encontrado dificultades para acceder a las vacunas.

https://www1.nyc.gov/site/doh/covid/covid-19-data-vaccines.page

Con respecto a las cifras reales, las tasas de vacunación entre los blancos son más altas en Nueva York que las de los neoyorquinos afros, y así ha sido durante toda la pandemia.  Además, numerosos estudios han demostrado que las vacunas contra el COVID-19 no sólo son seguras, sino que son mucho más seguras que contraer COVID-19.

Por último, los estadounidenses afros que no están vacunados están muriendo de COVID a tasas más altas que sus contrapartes blancas.  Y aunque los neoyorquinos afros representan solo el 22% de la población en la ciudad de Nueva York, hasta el 27 de febrero de 2022, representaban el 29% de las muertes por COVID de la ciudad.  Según el informe de NYC Health “Desigualdades raciales en las hospitalizaciones por COVID-19 durante la ola de Omicron en Nueva York”, la tasa de hospitalización por COVID-19 fue más de dos veces mayor entre los neoyorquinos afros que entre los neoyorquinos blancos durante la ola de Omicron en diciembre de 2021 y enero de 2022 en la ciudad de Nueva York. 

El informe establece una relación directa entre los niveles de vacunación más bajos entre los neoyorquinos afros y el aumento de los niveles de hospitalizaciones. “Las vacunas contra la COVID-19 desempeñan un papel central en la prevención de infecciones y, en particular, en la prevención de enfermedades graves. Observamos retrasos en la vacunación de la serie primaria entre los neoyorquinos afros y menores tasas de dosis de refuerzo entre los neoyorquinos afros elegibles para el invierno de 2021, cuando comenzó el aumento de Omicron”.

Historia del “Estudio Tuskegee”

Debido a varios mitos históricos––entre ellos, la idea de que los estadounidenses afros eran biológicamente inferiores a sus contrapartes blancos; que los trabajadores sanitarios afros eran menos capaces que los blancos, y que la mala salud en las comunidades afros se extendería a las comunidades no afros––el gobierno federal instituyó varios programas en la década de 1930 para combatir lo que se consideraba la proliferación de enfermedades en la comunidad afro. El más notorio de estos programas fue el “Estudio Tuskegee.” El título oficial del estudio fue el “Estudio Tuskegee de sífilis no tratada en el varón negro,” aunque hoy en día se conoce como el “Estudio de sífilis USPHS en Tuskegee”.

El problema que el gobierno estaba tratando de abordar era cómo tratar y estudiar un subconjunto del 35% de los residentes afros en el condado de Macon, AL infectados por la sífilis. El estudio se basó en un estudio anterior de Oslo, Noruega, que observó sífilis en hombres no tratados. Se seleccionaron 399 hombres para participar en el estudio. También se les dieron punciones lumbares y se les dijo que eran inyecciones para la espaldaEl estudio fue problemático tanto porque fue un estudio observacional de hombres con una enfermedad mortal que no les dio a los hombres un consentimiento informado, como porque el estudio utilizaba el engaño, diciéndo a los hombres que tenían “mala sangre,” cuando en realidad el equipo del estudio sabía que tenían sífilis. A principios de la década de 1940, cuando la penicilina era el tratamiento utilizado para la sífilis, a estos hombres se les negó el acceso a dicho tratamiento. El estudio continuaría durante casi otros 30 años hasta que un artículo de Associated Press de 1972 reveló el estudio, lo que llevó a una revisión del Panel Asesor Ad Hoc. 

En 2021, Simar Singh Bajaj y Fatima Cody Stanford publicaron el artículo “Beyond Tuskegee–Vaccine Distrust and Everyday Racism“ en el que discutieron cómo el legado de estudios como Tuskegee es sólo uno de los muchos factores de la desconfianza en el sistema médico que tienen algunos afroestadounidenses.

“[N]o todos los afroestadounidenses son conscientes de estas atrocidades ni las culparían por su desconfianza. Sin embargo, toda persona afro conoce sus retos personales a la hora de desenvolverse en las instituciones sanitarias, quizás aún más durante esta pandemia. Los ataques mentales sutiles diarios son más destacados para explicar la falta de confianza en las instituciones médicas y, por extensión, en las vacunas contra el COVID. Enmarcar la conversación sobre la desconfianza en las vacunas COVID en términos de racismo cotidiano y no de atrocidades históricas puede aumentar la disposición de las comunidades desatendidas a vacunarse. Cuando nos centramos en Sims, Lacks y Tuskegee, atribuimos la experiencia sanitaria actual de los afros al racismo del pasado, arraigando nuestro presente en sucesos históricos inamovibles y socavando los esfuerzos para combatir la desconfianza. El racismo cotidiano, por el contrario, puede abordarse en el presente,” escribieron.

Aunque el legado de Tuskegee permanece con nosotros y el impacto del racismo médico sigue impregnando la sociedad estadounidense, todos los datos que hemos recopilado muestran que las vacunas COVID-19 son una de las mejores herramientas que tienen los estadounidenses afro y latino para mantenerse a sí mismos y a nuestras comunidades a salvo durante la pandemia.

Traducido por KAREN JUANITA CARRILLO

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